Los “Layla y Majnun” del siglo XX
Los sucesos del 20 de enero de 1990… el día santo cuando el pueblo azerbaiyano se enfrentó sin armas contra el ejército ruso y se sacrificó por su libertad. Hoy se cumplen 26 años de aquel evento. Esta guerra sacrificó no solo a mártires como Ülvi Bünyadzadeh, Abbas Gasimov, Ogtay Karimov, etc., sino también a Ilham que trabajaba en los astilleros, y a Fariza Allahverdiyeva, que estaba embarazada de dos meses. Podemos llamarlos también los “Layla y Majnun” del siglo XX. Para recordar aquellos acontecimientos nos reunimos con las familias de Ilham y Fariza.
He dedicado tiempo a cada periodista…
Vamos a la localidad llamada Yeni Yasamal para encontrarnos con la familia de Ilham. Contesta al teléfono el señor Eljan, hermano mayor de Ilham. Nos recibe en la calle y nos invita a su casa. Gracias por reunirse con nosotros.
“Tras la muerte de Ilham y Fariza he dedicado tiempo a cada periodista. Porque sois vosotros quienes mantenéis vivos sus nombres. Cada año, especialmente cuando se acerca el 20 de enero, los periodistas se reúnen con nosotros. Por eso quiero que sepáis que nuestras puertas están siempre abiertas para vosotros”.
Subimos a casa en el ascensor y los miembros de la familia nos reciben.
En 1972 vinimos a Bakú…
La señora Ofelya, la madre de Ilham, recuerda así aquellos días:
“Mi esposo Ajdar trabajaba como conductor en Bakú. Yo vivía con mis 5 hijos en nuestra casa en Agdam. Mi marido compró una casa en Bakú y en 1972 vinimos a Bakú. En 1977 mi marido murió.
Era Ilham quien se ocupaba de todo en casa…
Después de la muerte de su padre, como su hermano mayor trabajaba, Ilham se ocupaba de todo en casa. Luego Ilham se matriculó en la Universidad Politécnica. Mientras estudiaba en la universidad, también trabajaba en unos astilleros. Además, participó en los mítines celebrados en Bakú durante los años de 1988-1989.
No vayas, no voy y ¿quién va?
Estaba muy preocupada por la participación de Ilham en tales mítines. Volvía muy tarde a casa por la noche. Siempre le decía, ¡Ilham, no vayas! A él no le gustaba cuando yo le decía eso. Él decía: “No vayas, no voy y ¿quién va?”.
Ilham estudiaba con Fariza…
“Fariza era nuestra vecina. Entonces nosotros vivimos en Alatava. En el cumpleaños de Ilham, yo dije a mis hijas que ya era tiempo de casarse, que preguntaran a Ilham qué opinaba de esto. Le recomendamos unas chicas entre los parientes, pero él no estuvo de acuerdo. Cuando señalamos el nombre de Fariza, él contestó: ¡alto! Quiero casarme con Fariza. Todos eran muy felices. Fariza era una chica muy buena.
Ilham estudió con su cuñado y mi hija Fariza. Nos conocíamos muy bien. Fariza e Ilham se prometieron en matrimonio y el 29 de junio de 1989 se casaron”.
Vi un par de zapatos y un sombrero en la calle…
“Estábamos en casa la noche del 19 de enero. Ilham no volvió aún a casa. De repente no me sentía bien. Tomé una silla y salí fuera. Miré al cielo y vi que el cielo estaba ardiendo. La luz de las balas disparadas ensombrecía el cielo. Salí a la calle y vi que todos corrían. Me acerqué a un muchacho y le pregunté, “¿qué pasa, hijo?” El muchacho me contestó, “tía, el ejército ruso ha entrado en la ciudad y está matando al pueblo”. Corrí hacia el lugar donde estaban disparando. Por el camino me encontré con mi hijo mayor Eljan. Eljan me hizo volver a casa. Él volvió a casa a medianoche y dijo que no pudo encontrar a Ilham. Por la mañana fuimos con Eljan al círculo del 20 de enero. Al caminar por la calle vi un par de zapatos y un sombrero. El sombrero era de nuestro vecino. Se le cayó cuando le dispararon. Los caminos estaban llenos de sangre.
Vi la bufanda de Ilham sobre la mesa…
“Fuimos al hospital de la República. En el pasillo del hospital vi la bufanda de Ilham sobre la mesa. Grité que era la bufanda de Ilham, que si Ilham estaba allí. Al oír mis gritos salió un doctor. Me dijo, “¿qué pasa, madre?” Le dije que era la madre de Ilham y que le estaba buscando. El doctor llevó a Eljan a su despacho y me pidió que esperara. Al poco rato Eljan salió. Le pregunté ¿dónde está Ilham? Contestó: “no está aquí, vamos a casa para tomar su carné de identidad, es necesario. Vinimos a casa y, al tomar su carné de identidad y acercarme a la puerta, vi que Eljan ya se había ido. Resulta que el doctor le había dicho a Eljan que Ilham había sido asesinado. Eljan solo me dijo eso para llevarme a casa” (llora…).
Su última frase fue esta: “no digáis nada a mi madre…”
Durante nuestra conversación, la señora Ofelya no se sintió bien, por lo que continuó Eljan, el hermano mayor de Ilham.
Sufrí mucho por Ilham como un hermano. Porque un hermano significa apoyo. Desde aquel día siempre se siente su ausencia, y siempre seguirá así. Ilham era muy patriota. Lamentablemente, aquella noche, al igual que muchas otras personas, Ilham fue también víctima de los disparos del ejército ruso. Ilham realizó el servicio de militar en el Báltico. Por eso conocía las armas muy bien. Aquella noche, Ilham sabía que iban a matar al pueblo con aquellas armas. Por eso salió delante de los tanques, levantó las manos y dijo: “no disparen, el pueblo está desarmado”. Al decir esas palabras, a Ilham también le dispararon y le llevaron en situación muy grave al hospital. Según las palabras de sus amigos, este evento sucedió aquella tarde a las 12.15 h. Al operar a Ilham en el hospital se cortó la electricidad y le operaron con la luz de un periódico. Pero a pesar de todo esto, a las 4.30 de la mañana Ilham falleció. Su última frase fue así: “No digáis nada a mi madre”
Desde nuestra casa en Alatava se veía la tumba de Ilham en el cementerio de Xirdalan…
“Al tomar el cadáver de Ilham quisimos enterrarle en Agdam, cerca de la tumba de mi padre. Cuando le lavaron en la mezquita dijeron que no le lleváramos muy lejos, que tenía hemorragia y que era pecado llevarle lejos. Entonces decidimos enterrarlo en el cementerio de Xirdalan. Lo enterramos a las 8 de la tarde. Desde nuestra casa en Alatava se veía la tumba de Ilham en el cementerio de Xirdalan. Pensamos que al ver su tumba podríamos encontrar consuelo. Cuando regresamos a casa supimos que Fariza había intentado quemarse. Hablé con ella y la tranquilicé un poco.
Lanza fotos de la boda sobre la mesa, las mira y luego toma un pedazo de papel y escribe: “no puedo vivir sin él…”
Luego nos dijeron que enterrarían a todos los mártires en el Callejón de los mártires. Yo consulté a los ancianos y me contestaron que era posible hacerlo. Por la noche Fariza supo que iban a sacar a Ilham del cementerio de Xirdalan y que lo enterrarían en el Callejón de los mártires. A las 4-5 de la mañana se despertó y entró en otra habitación desecha en lágrimas.Lanzó las fotos de la boda sobre la mesa, las miró y luego tomó un pedazo de papel y escribió: “no puedo vivir sin él…”
La carta quedó incompleta. Fariza se bebió una taza de vinagre. Mi abuela la esperó y vio que no venía. Al entrar en su habitación vio que Fariza estaba a punto de morir…
Fariza también murió. El 22 de enero enterramos a los dos en el Callejón de los mártires.
Desde el año de 2003 se celebra el “día de los amantes”…
Ilham y Fariza son un modelo para los jóvenes de Azerbaiyán. Cuando saben que soy hermano de Ilham me prestan mucho respeto. Desde el año de 2003, el 30 de junio, el día de la boda de Ilham y Fariza se celebra como el “día de los amantes”. Pero esto no fue confirmado oficialmente por el gobierno. A nosotros nos gustaría mucho que el gobierno confirmara este día. Es un día muy importante para nuestro pueblo.
Al llamar a Fariza digo, ¡Fariza, te lo suplico, ven!
Allí terminamos nuestra conversación y fuimos a la localidad de Alatava, a casa de los padres de Fariza. Al acercarnos a su puerta vimos que una mujer anciana con blancos cabellos barría el patio. El señor Eljan mira y dice: “Vasif, es la señora Bagda, la madre de Fariza”. Nos encontramos y vamos a su casa, donde nos recibe el señor Choban, el padre de Fariza. Fue la señora Bagda quien inicia la conversación:
“Fariza era una chica muy caprichosa. Era mi última hija. Desde el día que murió Ilham, Fariza decía que ampliáramos sus fotos juntos. No escuchó a nadie. Siempre nos faltan los dos. Nació una hija de mi hijo. La llame Fariza. Al llamarle digo, Fariza, te lo suplico ven. Ahora es una estudiante de tercer grado en la Universidad politécnica. Estoy orgullosa de ellos por haber dejado tal nombre. Pero sus ausencias dejaron un dolor en mi corazón. Es un sufrimiento muy grave, hijo. Fariza estaba embarazada de dos meses. No pudo dar a la luz a su bebé”.
El señor Choban continuó nuestra conversación:
“Qué hago, hijo, es un dolor muy grave. Probablemente era su destino. El día del 20 de enero vi que llamaban a la puerta. La abrí y era Fariza. Me dijo, “padre, Ilham no ha vuelto desde anoche. Luego volvimos con ella a su casa. Todos estaban allí. Ilham ya era un mártir. Que todos los mártires descansen en paz. Este es el dolor que nos causó el 20 de enero, nosotros también lo recordamos cada año, como las familias de muchos mártires”.
Al terminar la conversación, dimos nuestras condolencias a las familias de nuestros mártires y nos fuimos.